martes, 1 de febrero de 2011

Mattew Lipman



El último domingo de 2010, 26 de diciembre, se ha muerto Matthew Lipman, el creador de filosofía para niños. Tenía 87 años, vivía en un asilo y estaba con su salud ya bastante debilitada…





Con estas palabras nos comunicaba Walter Kohan, profesor de filosofía en Río de Janeiro, la desaparición de un hombre que ha supuesto una revolución en la manera de concebir la educación por parte de muchas personas. Y añadía en su escueto mensaje: la filosofía y la infancia están tristes

Hace unos pocos meses también fallecía de modo inesperado Ann Sharp, una mujer valerosa y llena de energía que, junto a Lipman, había contribuído a la creación y difusión de un programa educativo cuyas posibilidades estamos todavía lejos de valorar y poner en práctica suficientemente.

En su origen, el programa “Philosophy for Children” se proponía, ni más ni menos, que los niños hicieran filosofía desde las edades más tempranas, desarrollando en el aula, concebida como una comunidad de investigación, un amplio conjunto de habilidades de pensamiento. Para ello, un elemento muy importante era la puesta en práctica de recursos lógicos vinculados a la capacidad de argumentación. Ann Sharp puso un énfasis especial en un detalle muy importante para los propósitos del programa: no sólo se trataba de ayudar a los niños a desarrollar un pensamiento crítico y creativo, sino también cuidadoso. Como señala otra compañera, Carmen Loureiro, dentro del programa que Lipman y Sharp nos han legado, todo empezó a encajar: teoría y práctica; pensamiento, sentimiento y acción; texto y contexto; individuo y sociedad; biología y cultura; arte y filosofía…vida y muerte…

Desde sus orígenes, la filosofía aparece en occidente como un esfuerzo tenaz de los humanos por pensar por sí mismos, lejos del amparo de los dioses y las tradiciones. Lipman y Sharp han dado un paso valiente al incluir a los niños en este propósito: los niños son, como en pocos lugares, reconocidos con respeto dentro del currículo de Filosofía para Niños; sus ideas son valiosas, sus reflexiones son relevantes, sus preguntas son pertinentes…

En la literatura educativa es casi un lugar común considerar a los niños como pequeños filósofos, mentes curiosas que nos bombardean con innumerables interrogantes que los adultos no sabemos cómo afrontar…; sin embargo, en las propuestas educativas nunca se había tomado en serio esta característica infantil, nunca hasta que Lipman y Sharp nos invitaron a escuchar a los niños y a dialogar con ellos lejos de paternalismos adoctrinadores.

Un por qué de un niño incluye toda la historia de la filosofía, toda la ciencia y toda la poesía. Sólo hace falta desarrollar la sensibilidad necesaria para percibirlo y contar con las herramientas que nos puedan ayudar a sacar de ese por qué toda la riqueza que contiene. Lipman y Sharp han dado un paso enorme en esa dirección, y nos han señalado un camino que, una vez que se empieza a recorrer, transforma de modo definitivo la perspectiva de quien se pone en marcha. A riesgo de incurrir en una generalización inadecuada, creo que se puede decir que ninguno de los que nos hemos asomado al trabajo de Lipman y Sharp hemos podido hacer las cosas como las hacíamos antes.

Ahora, todas las personas que a lo largo del mundo nos hemos enriquecido con las propuestas de Lipman y Sharp, nos sentimos un poco huérfanas; pero, a la vez, nos sabemos “a hombros de gigantes” y contamos con un legado valioso que debemos seguir desplegando para hacer mejor el mundo en que queremos vivir. Que la obra y el ejemplo de Matthew Lipman y Ann Sharp nos den el coraje y la sabiduría necesarios.

Jesús Merino. Profesor de Filosofía del IES Armando Cotarelo. Vilagarcía de Arousa. Pontevedra. Miembro de la asociación "Centro de filosofía para nenas e nenos de Galicia".


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